Alguna vez oí decir a alguien: en una página negra se puede escribir absolutamente nada y a la vez absolutamente todo, esto me hizo pensar en que la oscuridad no solo es un lugar donde se puede guardar nuestros miedos infantiles o proteger actividades ilícitas, también se puede depositar ahí los más secretos pensamientos y también, como es en mi caso, me da la oportunidad de ver la vida como me gusta.
Lo que hago no es nada nuevo, he visto miles de fotografías y pinturas hechas por artistas con diferentes estilos, cada uno de ellos pretende expresar algo, desde una idea metódica hasta un experimento fallido pero con gran estética. La diferencia con todos ellos es que yo uso esta técnica, que dejo de ser desde hace tiempo para mí un experimento, para demostrar lo que veo en la oscuridad cuando, generalmente, dentro de ella todos somos ciegos.
Pero si nadie puede darse cuenta de lo que pasa dentro de la negrura ¿cómo podría hacer ver a otros lo que yo vi al momento de sacar mi primera fotografía? Simplemente hiriéndola con un poco de luz. Un simple rayo puede usarse como un pincel con el poder de hacer volar pequeñas hadas, o dirigir al fuego para que corra en línea recta o dibujar figuras caprichosas o hasta otorgarle un misticismo especial a un malabarista en un crucero, después descubrí que de la oscuridad puedo tomar mis pesadillas y convertirlas en una obra de arte y al final, mostrar la seguridad que me falta cuando todos me ven en plena luz de día.
Dentro de un cuarto oscuro se puede meter a mil personas y todas se creen solas, pero yo me siento protegido, tan a gusto dentro de ese cuarto sin luz, que crear mis fotografías ahí no sólo es un placer personal, es una necesidad.